El niño prodigio

Es el piloto en el que más ojos se posan esta temporada, aunque Carlos Sainz está toreando bien la situación con buenas actuaciones. Pero Max Verstappen, el debutante más joven de la historia, con sólo 17 años, dejó ese aroma de los deportistas singulares, de esos en los que se atisba lo especial a kilómetros. Su carrera fue un espectáculo total.

De entrada superó a los dos Red Bull y luego se tiró a por los Sauber. Los coches suizos, con el motor Ferrari 2015, sólo estuvieron a seis décimas de los de Maranello en la calificación. Ayer parecieron dos juguetes en manos del imberbe holandés, que los pulverizó en un puñado de vueltas. A Ericsson, en concreto, lo dejó clavado en la penúltima curva (vuelta 9), una horquilla delicada en la que suceden muchas cosas en China. Un poco después (vuelta 19) retrató a Naser, el brasileño del rutilante quinto puesto en Australia.
Por último se encargó de Checo Pérez, que con su motor Mercedes no pudo oponer nada al empuje de Mad Max. Desde allí inició la persecución de los Lotus, Maldonado se fue solo al garete y luego intentó tirar a por Groisjean, aunque el ritmo de Lotus ya era demasiado. A falta de tres vueltas, su motor se quebró y su abandono en medio de la recta principal provoco el coche de seguridad que cerró la carrera. Una lástima para sus merecimientos.
«Fue una pena, porque yo no he cometido ningún error y sólo el fallo del motor no me dejó terminar. Van dos veces este año cuando marchaba en los puntos. Pese a todo, me voy con muy buenas sensaciones», comentaba Verstappen a MARCA.

Carlos Sainz fue víctima más de una mala elección de gomas, las medias, para iniciar la carrera, que responsable del trompo de la primera vuelta. «Me veía indefenso y sin tracción, como si fuera en agua y al forzar ha llegado el error. Después de eso íbamos bastante bien, hemos recuperado mucho ritmo a la mínima que hemos puesto el blando y todo ha vuelto a la normalidad. Hemos tenido un problema en la caja de cambios que nos ha hecho perder casi un minuto y a partir de ahí la carrera estaba terminada», comentaba apresadumbrado. Bahreín será la ocasión para desquitarse.
Roberto Merhi también aprendió una lección, la de que «los cambios en un F1 no surten el efecto que en el World Series. He forzado mucho el ala delantera para ganar manajabilidad y eso me ha hecho perder tracción atrás. Ya lo sé para la próxima. Luego en el resto de carrera, fui mejor que Stevens, pero ya era imposible», comentaba el de Castellón.

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